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Leer la historia desde el principio.
Leer el capítulo anterior.

- ¡Hantu! ¡Hantu!

Los gritos despertaron en aquellos hombres un, aparentemente, inusitado nerviosismo. Se apresuraron a regresar por donde habían venido, y se llevaron a la mujer con ellos.


En lengua malaya, “Hantu” significa fantasma. De ahí el cambio de actitud de los hombres al escuchar esa palabra en boca de la joven. A día de hoy, aun no alcanzo a comprender los miedos de ciertas culturas, por muy avanzadas que estén en algunos aspectos, hacia viejas leyendas tradicionales.

En Asia, lo que nosotros conocemos como “historias de terror”, son para sus habitantes, conocimientos ancestrales que se transmiten generación tras generación. Desde niños, sus familias les explican viejas historias folclóricas, que terminan convirtiéndose en sus creencias. De este modo, jamás pierden sus temores hacia “Hantu”, en las diversas formas en las que éste se presenta: Hantu tetek, hantu lilin, hantu tinggi, hantu raya o hantu bungkus. Pero eso no es todo, tienen innumerables espectros a los que temer, como tienen también la misma cantidad de remedios para ahuyentarlos.

Estaba claro que la entrega había sido un fracaso. Sin embargo, eso me traía sin cuidado. Mi mayor preocupación en ese momento era salir del complejo de Borobudur sin que me detuviesen a mí también. Quizás habían intervenido la llamada que recibí de Nenad, o quizás estaban siguiendo a Emily. De eso me preocuparía luego.

Por suerte, la experiencia me había enseñado a tener recursos para estos casos. A través de la vegetación, me abrí paso hasta volver a los jardines que rodeaban el templo. Evité los caminos y los puntos ciegos. Traté de ocultarme tras las plantas, las piedras, me tiré al suelo y me arrastré…

No sabía quienes eran los captores, ni si estaban buscándome también a mi. Al cabo de un rato, topé con el que probablemente, por sus ropas, era un lugareño. No lo pensé ni un segundo. Me abalancé sobre él, golpeándole en la cabeza con todas mis fuerzas. El hombre, de pequeña estatura, renqueó y trató de mantenerse en pié, pero tras varios pasos infructíferos, cayó de bruces. -Pobre hombre, se cruzó en mi camino sin siquiera imaginarse lo que le iba a pasar-. Lo así por las axilas y lo saqué del camino, ocultándolo en la frondosa vegetación. Recogí su sombrero del suelo, y me oculté yo también. Temía que aquél hombre se despertara y empezase a gritar, así que me apresuré en quitarle la ropa. Dejé mi camisa y mi pantalón junto a su cuerpo, me puse la chilaba y me encasqueté el gorro típico musulmán. La ropa me venía bastante pequeña, y mis tobillos asomaban, dejando entrever la blancura de mi piel.

Conseguí salir de allí sin ser detectado. A pesar de eso, valga decir que en apariencia, era como si no hubiera sucedido nada extraño, pues no se veía especial nerviosismo en los guardias de la puerta del templo. -Quizás aquellos hombres eran…No, no podía ser.-

Cogí un taxi y me dirigí directamente al aeropuerto de Yogyakarta. Allí compre nueva ropa, más al estilo occidental al que yo estaba acostumbrado, y tomé de nuevo un avión hacia Kuala Lumpur. Todo se había ido al traste, pero en mi cabeza había algo que no encajaba y yo no sabía que era. Trataba de encajar la extraña y repentina aparición de aquellos hombres, la mirada de la joven con el labio partido, el hecho de que el punto de intercambio se hallase tan lejos de la capital malaya. Por suerte, nadie había interceptado la información que yo debía facilitarle, y seguía llevándola conmigo, aunque a mi no me sirviera de nada. Sentía algo de culpa por no haber podido ayudar a aquella pobre chica, y sin duda más aún por el pobre lugareño. Tan pronto como me senté en la butaca del avión, me relajé y caí en un reparador sueño.

Desperté al cabo de un rato, no sabría precisar cuanto. En la butaca que había junto a la mía estaba sentada una bella joven de origen asiático. Incómodo por la situación, le sonreí y volví mi mirada hacia la ventana.


- ¿Conoce Ud. Malasia? –me preguntó la joven en un más que aceptable inglés.
- Apenas. –le contesté.
- Tienen una cultura muy interesante. ¿Ha oído hablar de Hantu?

Se erizó el bello de mis brazos y un escalofrío recorrió mi espalda. Sentí que empezaba a sudar y una náusea me hizo recordar que no había ingerido nada en todo el día.


- Sí…pero no sé mucho –balbuceé en un inglés mediocre.
- Apuesto a que sí que sabes algo, Alex. ¿Puedo llamarte Alex?

Estaba empezando a marearme. -¿Cómo demonios sabía mi nombre? ¿Quién era esa mujer?- Se me estaba nublando la vista por momentos y temí desmayarme. Sentía un agudo dolor en el brazo derecho, y apenas podía moverme.

- Siento las molestias, pero tomo mis propias precauciones. Espero que lo entiendas. –dijo la joven mientras mostraba una amplia sonrisa.
- ¿Cómo…?
- Me refiero al malestar que estás experimentando. Es una mezcla de pentotal sódico con un pequeño paralizante. Te lo inyecté mientras dormías, pero no te apures, se te pasará cuando lleguemos.


Al parecer, esa extraña droga estaba alterando mi organismo, pero sin embargo, yo era plenamente consciente de todo lo que sucedía. Es más, sentía una lucidez que nunca antes había experimentado. Era algo así como volver a ponerse las lentillas tras varios días sin hacerlo. Lo veía todo claramente iluminado y con unos colores exageradamente llamativos.
- Bueno, ya podemos empezar. Ya han pasado cinco minutos.

- ¿Empezar a qué? –pregunté asustado.
- ¿Cómo te llamas?
- Alex. –respondí irremediablemente.

¡El pentotal sódico! Ahora sabía de qué me sonaba. Es el conocido “suero de la verdad”. Hasta aquel momento había creído que se trataba de un invento de Hollywood, o que procedía de alguna novela de espías. Jamás pensé que pudiera ser real, y menos que realmente se llamara así.

- ¿Para que has venido a Indonesia? –continuó preguntando la chica.
- Para...para…entregar una información…
- ¿Con quién debías encontrarte y quién te envía?
- De…debía encontrarme con Emily…me…envía Nenad…-Estaba asombrado de mi total incapacidad para callarme todo aquello, y no daba crédito al buen funcionamiento de la droga.
- ¿Y el salvoconducto? –preguntó la asiática con un gesto serio en su cara.
- ¡Haaaaaantuuuuuuuuu!-respondí de igual modo que lo haría un niño pequeño.

Estaba cantando como un jilguero. No me lo podía creer. Toda la operación había sido un completo desastre. Primero lo del templo y ahora esto.

- Está bien. –dijo la chica- En cinco minutos estarás como nuevo.

Extrajo una especie de bolígrafo de su bolsillo y me pinchó en el brazo derecho. Lo de antes no era dolor. Lo de ahora sí.

- Me llamo Emily.-dijo- Lo siento si he sido un poco brusca, pero debía asegurarme.

¡La muy puta! Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Sin embargo, yo discrepo enérgicamente, sobre todo en lo que a Emily se refiere. La primera sonrisa fue encantadora, pero entre lo del pentotal y la sorpresa de decirme quién era, cambiaron en mí la opinión que pudiera tener de ella.

Continuará…


Leer el siguiente capítulo.


9 Comments:

  1. +Susana said...
    Joer con Emily, tiene un par, es una chica de armas tomar. ¿Para asegurarse, noooo? Lo de la bonita sonrisa, fue todo un detalle, al menos era simpática. Espero seguir leyendo, cada vez me dejas más intrigada. Excelente relato de la situación. Por cierto, ¿Como se libró Emily de sus captores? Que engas buen fin de semana, Alex. Besosss
    Alex said...
    ¡Gracias +susana! Igualmente.
    ¡Pronto la próxima entrega!

    Hay algo que me hace reflexionar: No te fíes nunca de una bonita sonrisa.
    Nada said...
    Es que Emily es nombre de chica dura, :) yo tengo una compi que se llama Emilia y la llamo Emily siempre, es como un tanque, puede con todo...

    uN beso
    +Susana said...
    Estupenda deducción, Alex, aunque no se porque me da que en este caso si que te fiaste de la bonita sonrisa de Emily. Besosss
    Alex said...
    Gracias por comentar, nada!

    Sí, ¡Emily es una chica todoterreno!

    +susana, en esa, y en muchas otras. Los hombres somos ciertamente torpes para estas cosas.
    Vitalnn said...
    La verdad es que Emily te sedujo en cuanto te bloqueó, verdad??

    Mujer de armas tomar!!!

    Inmejorable relato, espero continuación...
    Manuel Arenas said...
    Me alegro de que te haya servido para que llames a tu madre.

    Le di un abrazo y le dije Te quiero gorda,y tenias razon, se alegró un montón.


    Otro dia me leo tu blog, ahora tengo q estudiar, menos mal que queda muy poco para que se acabe el insti.


    saludos
    Alex said...
    vitalweb, es que a uno le gustan las mujeres "guerreras". Así que sí, a pesar del dolor de mi brazo, del interrogatorio con pentotal sódico, y de que manejó a su antojo, no puedo negar que despertó en mi cierta admiración.

    Cruk, ¡amigo!
    Me alegro de que te hayas pasado por aquí.
    No dejes nunca de darle un abrazo a tu madre, y de decirle un "te quiero".

    Pronto, muy pronto, más. XD

    NOTA: He editado la entrada, ya que al darle formato habían desaparecido un par de párrafos. :P
    (justo antes del diálogo con Emily).
    Vitalnn said...
    Jejejeje, venga sigue contando que pasó entre Emily y tú!!

    Que aventuras "sufristeis" juntos.

    Vamos, vamos!!!

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