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La ternura que en mí despertaron las brillantes lágrimas de Emily, se desvaneció en el mismo instante en que ella alzó su brazo izquierdo, sosteniendo en su mano una pistola plateada con la que me apuntó al pecho. Mantenía el auricular del teléfono pegado a su oreja. Una mirada mezcla de horror, ira y angustia y gotitas de sudor que aparecieron en su frente, revelaban que el disparo era inminente.

Toda la vida en una fracción de segundo. Un giro imposible del destino en un único instante. Parecieron minutos, quizás horas, aunque en realidad, aquello no duró mucho más que un suspiro. Me eché hacia atrás precipitando mi cuerpo contra el suelo. Al mismo tiempo, con un pié empuje la mesa contra la delicada cintura de mi verdugo. Ella gritó de dolor antes de caer de espaldas contra la pared. Antes de que pudiera darse cuenta de mi movimiento. Antes de apretar el gatillo.

Aunque muchas veces antes había escuchado disparos, nunca lo había hecho desde el, digámosle, lado equivocado del arma. Sonó como un estallido sordo, breve y apagado. Tras él quedo un zumbido en mi cabeza, un pitido agudo en mis oídos y un escozor incómodo y doloroso en mi hombro izquierdo. Después de eso, un silencio absoluto, tan sólo roto por el leve tintineo de las cuentas de la lámpara del salón, levemente mecida por la brisa.

Mi vaso había caído boca abajo, explotando al tocar el suelo, y dispersando cientos de pequeños trozos de vidrio. Algunos de ellos se incrustaron en la palma de mi mano cuando apoyé ésta en el suelo. El viejo sabor a roble del whisky añejo que contenía, se perdió junto con mi cordura. Oí a Emily arrastrar los pies tras la mesa volcada. Sin pensarlo demasiado, salte sobre ella para impedir que efectuara un nuevo disparo. Durante el forcejeo, de nuevo dos tiros resonaron en el ambiente. Temí que me hubieran atravesado hasta el alma. También temí por la vida de Emily, sobre todo cuando ví que ya no se movía. Temí lo peor. Creí que había muerto, pero no encontré ninguna herida ni rastro de sangre visibles. Palpé con dos dedos la yugular en su cuello. Seguía teniendo pulso. Le arrebaté el arma, y me apresuré a salir de aquella casa antes de que ella recuperara el conocimiento. Debía ponerme a salvo antes de intentar comprender todo aquello. Aún así, las dudas ya empezaban a asaltar mi mente. ¿Por qué? ¿Cómo era posible, que la mujer que hacía sólo un rato me entregaba sus labios, hubiera intentado matarme? ¿Quién se hallaba al otro lado del teléfono para poseer tal control sobre Emily?

Abandoné la casa con prisas. No reparé en las chicas del servicio, que aterrorizadas y sollozando se habían tirado al suelo y se cubrían la cabeza con las manos. Crucé el jardín con grandes zancadas y salté el muro en dirección a la calle. Un viejo coche se acercaba en dirección a la ciudad, así que me paré en medio de la calle para barrarle el paso. Saqué por la ventanilla a aquel pobre hombre asustado. Una vez en el suelo, le apunté a la cabeza con el arma que le había quitado a Emily. Bastó con eso. No fue preciso nada más. Subí al coche y arranqué con toda la velocidad que el viejo motor me permitió. Por el retrovisor vi como Emily salía por la gran puerta metálica del jardín empuñando de nuevo una pistola. Agaché la cabeza poco antes de que una bala alcanzara la luna trasera y la hiciera añicos. Tras doblar la esquina, me sentí un poco más a salvo, aunque ahora debía encontrar un lugar seguro en donde curar mis heridas.

Ahora trataría de ponerme en contacto con la organización para informarles de la situación. Como desconocía la procedencia de la pistola de Emily, creí que no sería nada interesante quedarme con ella. La lancé por la ventanilla cuando cruzaba por un pequeño puente. Además, yo seguía teniendo la mía. Mi pequeña y fiel amiga.

Continuará…

Leer el siguiente capítulo.


4 Comments:

  1. Santi said...
    Jolín, es que siempre me quedo con ganas de más!!!

    Dan Brown tb utiliza la misma técnica, te deja colgado al final del capítulo para que te enganches y sigas leyendo... el problema es que aquí tenemos que esperar para continuar el relato... ¿nos harás esperar mucho?
    Alex said...
    jejeje me halagas en exceso si me comparas al gran Dam Brown. XD.
    Pero me gustaaaa jejejejeje (vanidoso que es uno, aunque sea sólo un poquito, que quieres que te diga) :P

    Tengo algunas cosillas por ahí a medio escribir, y muchas ideas en la cabeza. A partir del lunes recuperaré el ritmo normal de trabajo (en la medida de lo posible).

    Eso quiere decir que volveré a pasar horas y horas delante del PC, lo que espero se traduzca en actualizar más a menudo. :)

    Gracias por comentar, tete. :)
    Clementine said...
    Hola Alex! Pasando por aquí para leerte y saludar. Santi tiene toda la razón, sabes mantener el misterio de puta madre.

    Felicidades querido, muchos besos.
    Alex said...
    Gracias por pasarte por aquí, Clementine! :)

    Vamos a ver si actualizo un poquito más a menudo y os despejo de una vez las dudas. :P

    Besos y abrazos.

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