Talón de Aquiles.
Hace 1 mes

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- Zohn, el heredero de La Tierra (1ª Parte).
Pocas veces se había mostrado nervioso o impaciente, pero la verdad, es que de algún modo, esperaba salir al exterior de la ciudad lo antes posible. Notó como se le erizaba el vello de sus brazos mientras lo preparaba todo. Tan sólo en un par de ocasiones había visto a habitantes de La Superficie. Siempre fue por que los habían llevado a la ciudad, tras apresarlos, para ejecutarlos ante la gente, como castigo, como espectáculo y del mismo modo, como advertencia para el resto, por haber cometido algún robo o cualquier otro tipo de crimen.
Descartó enseguida la posibilidad de sobornar a los guardias y menos aún el enfrentarse a ellos ya que eran muchos e iban bien armados. Así pues, empezó a recorrer el nivel superior, en busca de una vía de acceso. La idea de trepar más de seiscientos metros por una ladera casi vertical de roca volcánica, de noche y sin tener la certeza de poder llegar hasta el borde, le hizo sudar antes de siquiera dar un paso. Puerta tras puerta, avanzó ante viejos edificios semi-excavados en la dura pared. La mayoría de ellos eran garitos de perversión, antros de encuentro de la parte más delictiva de aquella sociedad de antropófagos desquiciados. Podía intuir movimientos en las sombras de indeseables y ladrones que aguardaban que se acercase alguien lo suficientemente despistado como para, en el mejor de los casos, robarles cuanto llevaran encima. Probablemente con gran frecuencia, algún que otro insensato desaparecía por aquellos rincones, para no volver a aparecer jamás. Si el comerse a un símil era práctica aceptada, la necesidad y la turbación de los habitantes de esta zona, convertían a todo lo que caminase en posible alimento.Etiquetas: Zohn el heredero de La Tierra
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- Zohn, el heredero de La Tierra (2ª Parte).
- Zohn, el heredero de La Tierra (3ª Parte).
Hacía ya mucho tiempo que ansiaba una oportunidad. Sin embargo, no le quedaba otra opción que armarse de paciencia y seguir desempeñando su labor. Aunque no era hombre de caprichos –por qué era ya casi un hombre-, tampoco podía permitirse grandes lujos. Comía caliente todos los días y no pasaba frío. Con esa austeridad, de vida sosegada y suficiente, había sumado una pequeña cantidad de “Posibles”.
Como ya les comenté anteriormente, queridos lectores, el comerse a un igual no es motivo de rubor y mucho menos de culpa. Es simplemente cuestión de supervivencia. Sin embargo, el hecho de que no esperen a que su alimento expire, antes de hincarle el diente, a mi sí que me intranquiliza bastante.Etiquetas: Zohn el heredero de La Tierra
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