Talón de Aquiles.
Hace 2 meses

Las lejanas sirenas de la policía, hicieron más grande, si cabía, el nudo que sentía en la boca del estómago. Tres cadáveres en mi camino, no eran un buen aval ante las autoridades locales, así que creí oportuno poner pies en polvorosa y abandonar el lugar. Obviamente y por algún motivo, hasta el momento, ajeno a mi comprensión, me había involucrado sin saber cómo en una trama de muerte, espionaje, intereses y por tanto, dinero. No entendía de que se trataba, ni siquiera sabía quién era el artífice de tan macabro espectáculo. Pero de algo ya estaba completamente seguro. Mi vida corría peligro.
El hombre arrancó el depauperado motor de la camioneta, que pedía a gritos la jubilación, o cuanto menos, un buen puñado de ajustes y retoques. Circulamos durante un rato por las calles de la zona portuaria. El olor del salitre y pescado se filtraba por debajo de la lona y algunos rayos de luz rebotaban en el suelo metálico. Nos cruzamos con los coches de policía que se dirigían hacia el callejón y mi única opción era esperar a que parásemos en algún lugar. Al cabo de un rato, la furgoneta se detuvo y el motor se paró. Al fin, podría abandonar el asfixiante calor del bambú y acudir a mi cita con Emily. El anciano me liberó de mi breve encierro y me sonrió. Etiquetas: cartas a Suzanne
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Saludos!
Eres genial describiendo chico, ojala se me pegue algo de ti ^_^
Un abrazo
A ver si Emily nos despeja las dudas de una vez, que nos tiene a todos en ascúas! jejeje
clementine, voy! :)
darken, me vas a hacer salir los colores XD