Si no lo has hecho aún, te recomiendo la lectura de:
- Crónicas de Adalsteinn (1ª Parte)
- Crónicas de Adalsteinn (2ª Parte)
- Crónicas de Adalsteinn (3ª Parte)
Temí caerme al suelo, inmovilizado por el pavor que sentí al oír su voz. Resonó en toda la gruta, confiriéndole una potencia descomunal. Sonó tan fuerte que se nos erizaron los cabellos, y se desprendieron algunas piedrecillas de las paredes. No nos habíamos dado cuenta, pero él se había percatado de nuestra presencia desde hacía ya un rato, y peor aún, le habíamos dado tiempo para cavilar acerca de nuestra suerte.
Sentí tanto miedo, que a pesar de la potencia y claridad de su voz, no reparé en sus palabras. Tan sólo pensaba hacia mis adentros y me decía:
- No, no te muevas. Quédate quieto. No respires. No arrastres los pies. No muevas ni un dedo. Quizás no te haya visto. Quizás no te está hablando a ti. Saldrás de aquí, y se lo contarás a tus amigos…
Sin embargo, tras una breve pausa, la voz volvió a retumbar en mis oídos, y esta vez sí pude escuchar con claridad sus palabras:
- ¿Que es lo que encuentras tan interesante? – La pregunta me dejaba atónito, pero enseguida continuó su voz. - ¿Has venido hasta aquí sólo para verme?
Dejé que se hiciera el silencio. En realidad no sabía si esas palabras se dirigían a mí, o por el contrario se dirigían a otro demonio. ¡Vaya un pensamiento! No sé que era peor, si el hecho de que un demonio verde me hubiera descubierto, o si por el contrario, el encontrarme en una gruta con un demonio verde, que aunque aún no me había descubierto, estaba hablando con otro demonio, quizás rojo, o quizás negro. ¿Y si me descubrían entonces los dos?
Creí que era un buen momento para volver a echar un vistazo y ver si el demonio había cambiado su posición. Una vez más adelanté ligeramente la cabeza para ver a través del agujero que quedaba entre las dos rocas. Aún estaba ahí, dándonos la espalda. Giró sobre su cintura con un gesto veloz, y me clavó su mirada en los ojos. Aunque estaba a cierta distancia, pude sentir que me estaba mirando a mí. Noté como sus profundos y negros ojos me atravesaban el alma. Mientras yo estaba helado de pavor, quieto, sabiendo ahora ya a ciencia cierta, que era a mí a quien estaba hablando, él dibujo una exagerada e inquietante sonrisa en su cara.
- Te he hecho una pregunta. ¿Por qué no sales de ese ridículo escondite y me la respondes? – Hizo una pausa, amplío aún más su sonrisa, convirtiéndola en una carcajada, y prosiguió: - ¡No te voy a comer!
En ese momento, estallo en una risa aguda e incómoda. Una risa rápida, repetitiva e insistente. Una risa falsa, estúpida e insolente. Una risa que te hacía perder los nervios.
Reuní fuerzas y me alcé de detrás de las rocas. Aunque mantuve mi posición tras las dos grandes piedras que me servían de parapeto, expuse mi rostro al calor del magma y a la visión del demonio.
Me miraba directamente, pegando la barbilla al pecho y entornando ligeramente los ojos. La verdad, es que a pesar del miedo que le tenía, y sabiendo de lo que era capaz, me sorprendí a mi mismo, pensando que su figura, aunque estilizada y resaltada por el deslumbrar magmático de la cueva, resultaba ciertamente ridícula debido a su corta estatura. Aunque no alcancé a distinguir ni los rasgos de su rostro, ni detalles precisos de su fisonomía, creí adivinar un tono verde aceituna en su piel. Hasta ese momento, no había reparado en que el demonio no llevaba ropa alguna. Aunque había leído sobre ello en diversas ocasiones, no dejó de resultarme gracioso, el encontrarme, parapetado tras unas piedras, frente a un demonio enano desnudo, que me sonreía y me miraba. Era una situación ciertamente singular, y tuve que contenerme para que no se tensaran los músculos de mis mejillas, y le mostrasen al demonio una sonrisa.
Continuará...
- Crónicas de Adalsteinn (1ª Parte)
- Crónicas de Adalsteinn (2ª Parte)
- Crónicas de Adalsteinn (3ª Parte)
Temí caerme al suelo, inmovilizado por el pavor que sentí al oír su voz. Resonó en toda la gruta, confiriéndole una potencia descomunal. Sonó tan fuerte que se nos erizaron los cabellos, y se desprendieron algunas piedrecillas de las paredes. No nos habíamos dado cuenta, pero él se había percatado de nuestra presencia desde hacía ya un rato, y peor aún, le habíamos dado tiempo para cavilar acerca de nuestra suerte.
Sentí tanto miedo, que a pesar de la potencia y claridad de su voz, no reparé en sus palabras. Tan sólo pensaba hacia mis adentros y me decía:
- No, no te muevas. Quédate quieto. No respires. No arrastres los pies. No muevas ni un dedo. Quizás no te haya visto. Quizás no te está hablando a ti. Saldrás de aquí, y se lo contarás a tus amigos…
Sin embargo, tras una breve pausa, la voz volvió a retumbar en mis oídos, y esta vez sí pude escuchar con claridad sus palabras:
- ¿Que es lo que encuentras tan interesante? – La pregunta me dejaba atónito, pero enseguida continuó su voz. - ¿Has venido hasta aquí sólo para verme?
Dejé que se hiciera el silencio. En realidad no sabía si esas palabras se dirigían a mí, o por el contrario se dirigían a otro demonio. ¡Vaya un pensamiento! No sé que era peor, si el hecho de que un demonio verde me hubiera descubierto, o si por el contrario, el encontrarme en una gruta con un demonio verde, que aunque aún no me había descubierto, estaba hablando con otro demonio, quizás rojo, o quizás negro. ¿Y si me descubrían entonces los dos?
Creí que era un buen momento para volver a echar un vistazo y ver si el demonio había cambiado su posición. Una vez más adelanté ligeramente la cabeza para ver a través del agujero que quedaba entre las dos rocas. Aún estaba ahí, dándonos la espalda. Giró sobre su cintura con un gesto veloz, y me clavó su mirada en los ojos. Aunque estaba a cierta distancia, pude sentir que me estaba mirando a mí. Noté como sus profundos y negros ojos me atravesaban el alma. Mientras yo estaba helado de pavor, quieto, sabiendo ahora ya a ciencia cierta, que era a mí a quien estaba hablando, él dibujo una exagerada e inquietante sonrisa en su cara.
- Te he hecho una pregunta. ¿Por qué no sales de ese ridículo escondite y me la respondes? – Hizo una pausa, amplío aún más su sonrisa, convirtiéndola en una carcajada, y prosiguió: - ¡No te voy a comer!
En ese momento, estallo en una risa aguda e incómoda. Una risa rápida, repetitiva e insistente. Una risa falsa, estúpida e insolente. Una risa que te hacía perder los nervios.
Reuní fuerzas y me alcé de detrás de las rocas. Aunque mantuve mi posición tras las dos grandes piedras que me servían de parapeto, expuse mi rostro al calor del magma y a la visión del demonio.
Me miraba directamente, pegando la barbilla al pecho y entornando ligeramente los ojos. La verdad, es que a pesar del miedo que le tenía, y sabiendo de lo que era capaz, me sorprendí a mi mismo, pensando que su figura, aunque estilizada y resaltada por el deslumbrar magmático de la cueva, resultaba ciertamente ridícula debido a su corta estatura. Aunque no alcancé a distinguir ni los rasgos de su rostro, ni detalles precisos de su fisonomía, creí adivinar un tono verde aceituna en su piel. Hasta ese momento, no había reparado en que el demonio no llevaba ropa alguna. Aunque había leído sobre ello en diversas ocasiones, no dejó de resultarme gracioso, el encontrarme, parapetado tras unas piedras, frente a un demonio enano desnudo, que me sonreía y me miraba. Era una situación ciertamente singular, y tuve que contenerme para que no se tensaran los músculos de mis mejillas, y le mostrasen al demonio una sonrisa.
Continuará...
Etiquetas: Crónicas de Adalsteinn
5 Comments:
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Cómo se te haya ocurrido reirte delante....
Mare mía, que aunque sea un tapón y vaya con su "temita" al aire, no olvides que sigue siendo un demonio!!!!
Continua pronto, please!!!!
PD. Me ha encantado tu forma de narrarlo, cuando "te descubren", parece que yo también estoy allí escondida tras las piedras, así que por favor, no te rias!!!!! que me cago!!!! Ciaoooooooo
aunque me estoy imaginando una historia alternativa...en la que el protaginista es Sevillano de pura cepa...jejeje
Véase algo como esto:
Curro salió de detrás de las rocas. Sus exageradas patillas y una miraba de ojos rasgados, acompañaban a una burlesca sonrisa hasta el momento en el que preguntó:
- ¿Qué paza mi arma? ¡Óyeme! Aquí hase un caló der demonio. Y...tu que vá dercarso....¡debe tené lo' pié como do' papa' frita'!
En eso, el demonio, que era de Cádiz, contestó:
- Musho cashondeo e' er que tu te trae'. Pero... ¡pisha! Que zi voy vehtio azí e' ¡por que me preparo pa' lo' carnavale'! ¿o que te cree'?¿Que lo hago por amó al arte?
¡Aquí de gratih, ná de ná!
Anda, pázame el botiho que estoy ya achicharrao'!
XDDDD
Bueno, en fin, mejor sigo con la idea original...jejejejeje
Yo creo que si te ries, se va a enfadar más el jodio demonio, que seguro que no es de Cádiz, chiquillo, y los demonios acojonan hasta a los sevillanos. ¡Ten cuidado, que te necesitamos vivo!