Si no lo has hecho aún, deberías leer primero:
- Crónicas de Adalsteinn (1ª Parte)
- Crónicas de Adalsteinn (2ª Parte)
Retomando el hilo, hablábamos de un demonio en particular. Ahora ya sabemos, por su tonalidad, que se encuentra adormecido en lo alto de una roca, y que su despertar puede depararnos mil y una sorpresas si, desafortunadamente, estamos presentes cuando eso suceda. Sí, podremos averiguar cuál es su color. Con eso podríamos incluso especular con cuál es su grado de inteligencia, o incluso su edad. Pero de poco nos serviría. Estos bichos, tienen un verdadero mal despertar. Ya que son perezosos por naturaleza, y sienten un verdadero placer al agazaparse y echar una cabezadita. Les molesta de una forma antinatural, el ser despertados de sus profundos y frecuentes descansos. Cuando cualquier animalejo, bestia o demonio despierta a otro demonio, ha de tener por seguro que no quedará impune.
Por suerte para nosotros, en este caso el demonio al que observábamos, se despertó de su profundo sueño por sí solo. Permanecimos inmóviles detrás de unas rocas. Por un momento, contuvimos la respiración y apretamos las nalgas. El temor a que el demonio se percatara de nuestra presencia, nos mantenía al mismo tiempo que nerviosos, sumamente cautelosos. Tratábamos de no mover ningún músculo, y sobre todo de no hacer ningún ruido. Aunque los demonios no gozan de un oído afinado, en el interior de la gruta, cualquier pequeño sonido se magnificaba por culpa del insistente eco que golpeaba las paredes.
Teníamos una posición elevada para nuestra observación. Esto nos otorgaba una leve ventaja sobre nuestro objeto de estudio, pero no por ello debíamos confiarnos. No había demasiada luz. La gruta en la que nos encontrábamos era más bien oscura, y tan sólo adquiría un leve color anaranjado, reflejo de un riachuelo de magma que discurría por un lateral de la estancia. Afortunadamente, ese mismo riachuelo, era el que nos separaba de nuestro curioso ejemplar demoníaco. Agazapados desde nuestro escondrijo, no adivinábamos a verle las alas, así que si la suerte nos acompañaba, en caso de que nos descubriera, no podría venir a por nosotros. En caso de tener alas…ese caso no se dio.
En un momento, el demonio al que vigilábamos se puso en pie. Se elevó sobre la punta de la roca y con las piernas ligeramente separadas, arqueó levemente la espalda, estiró los brazos y los elevó hacia arriba con los puños cerrados. Nos pareció poder oír, incluso, el chasquido de alguna de sus vértebras, pero al momento ese sonido quedó ensordecido por un potente, desmesurado e inquietante bostezo. Lo escuchamos como si nos hubieran chillado detrás de la nuca. Era un sonido estridente, que nos puso la piel de gallina, y nos hizo darnos cuenta de que el miedo que habíamos sentido hasta ese momento no era nada, comparado con el que estábamos empezando a sentir. De todos modos, el bostezo de nuestro demonio, fue tan desproporcionado, que sonó más a una burla al sueño, que no a un verdadero bostezo. Una cosa estaba clara: Se trataba de un demonio verde. Eso nos daba un aliento de tranquilidad, ya que sabíamos que no podría alcanzarnos, o como mínimo, que no lo haría inmediatamente. No debemos olvidar que nos encontrábamos en una gruta muy profunda, la cuál podría ser o bien su madriguera, o si no, al menos, un cobijo que frecuentaba. Conocería mejor que nosotros todos los pasos, grietas y agujeros por los que moverse. También conocíamos que la probabilidad de que viniera a buscarnos era remota. Recordemos que estos seres son vagos por naturaleza, y que antes de mover un solo músculo, han de creer que el esfuerzo que van a hacer está justificado por lo que van a obtener por ello.
Asomé la cabeza por entre unas rocas, y pude ver su silueta. Medía poco más de metro y medio, pero aún así su figura era imponente. El contorno de su cuerpo se dibujaba con el contraluz formado por el calor del magma y la oscuridad de la cueva. Se había llevado las manos a la cintura, y miraba hacia abajo, hacia las incertidumbres de la profundidad, como un ave nocturna, cuando observa el ligero caminar de un ratoncillo en la noche del bosque. Su cola serpenteaba, y daba latigazos de un lado a otro. A veces se enroscaba y trazaba una espiral, para volver a chasquear y seguir serpenteando.
De repente, un sudor frío me recorrió la espalda.
Continuará...
Etiquetas: Crónicas de Adalsteinn
9 Comments:
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Yo de sólo imaginarme al demonio, me cago las patas abajo y eso que es de los bajitos, pero si bosteza de esa manera, ¿que miedo no dará cuando se enfade?
Alex, vamos???
vitalweb ¿tu crees que es prudente?¿y si nos quita el alma y la usa de tentenpié? XD
Me encanta Alex. Te lo curras mucho ^_^
Un saludo
Darken...pronto...cara a cara con el demonio (Joer, parece el título de un libro de Stephen King! XDD)
DakrEn, no the prehocupes por las fartas de hortographìa. Se hentendìa muy vien lo qe qeriás dezir. XDDD